viernes, 3 de octubre de 2014

Ángel López-Obrero fue otro pintor de la época que marcó la dinámica de aquella Transición. Su espíritu inquieto supo conjugar la discreción a que le obligaba su procedencia política, con una actividad constante.






PUBLICACIONES

«EN TORNO A ANGEL LOPEZ OBRERO Y SU OBRA EJEMPLAR»

 
Acaba de salir el libro «En torno a Ángel López-Obrero y su obra ejemplar», del que es autor Rafael Santos Torroella, y edita la Librería Luque de Córdoba.
Se trata de un magnifico volumen, de bibliófilo casi, editado con primor y con una categoría técnica acorde con el contenido. La dirección artística ha sido del propio López-Obrero, la técnica de Antonio  Martos y Felipe Hueso, la coordinación de Rogelio Luque y las fotografías de Pepe Jiménez.

EL ENTORNO


Entre las singularidades de este libro —por otra parte inédito en el panorama editor cordobés— destaca la presentación biográfica del artista. Diríamos que se trata de una presentación mosaico de lo que ha sido el entorno artístico-social de López-Obrero, enmarcado en una época muy precisa de la historia española contemporánea: basta verle pintando en él taller de Vázquez Díaz —1926—, o en las reproducciones de «Revista Popular» —Córdoba 1927—, o fotografiado con el grupo de los Independientes en ti Heraldo de Madrid en 1929, para empezar a comprender una trayectoria que después se completa con una dimensión personal que se intuye en esas fotos del Ateneo de Córdoba —1931—, o en el campo de concentración de Argelés-Sur-Men—Francia, 1939.

La dinámica personalidad de López-Obrero se testimonia, además de una vocación enseñante que la empieza a encontrar en la Escuela de Artes Plásticas por él fundada en Barcelona, o en esa pedagogía popular que sería primera exposición de pintura de vanguardia celebrada en Córdoba en 1928 o en su actual laborismo de la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Córdoba.

SU OBRA EJEMPLAR


Pero donde López-Obrero nos da su auténtica dimensión, a la luz insobornable de las docenas de grabados del libro, es en el tratamiento visual de esta publicación. López-Obrero no es un advenedizo ni en esto del arte, ni en las intenciones que todo arte humanizado debe proyectar. Se ve desde los primeros apuntes a pluma —1927— hasta esa puerta verde de 1975, entornada y andaluza, una constante preocupación también constante por su entorno. Un entorno perfectamente coordenado por Andalucía —sin tópicos-, y me atrevería a decir por una Córdoba por él dolida—sin clichés senequistas, con simple desperezo de abandono y apatía.


Y por encima de todo una confianza, diría que ciega, por el hombre, manifestada por esa estética del cuerpo —los desnudos, los retratos, ese muchacho sentado—, o del gesto —la cantaora, el sembrador, esa mano de la acusación—, o simplemente de los espacios —en el pasadizo, el pueblo de la costa, o esa puerta verde entornada que clausura la obra.
Ángel López-Obrero es también antilógicamente criticado en el libro a través de una manifestación de recortes de prensa que jalonan los principales hitos de su vida artística. Una vida que así, de corrido en un apretado puñado de páginas nos marca las etapas de una vida consagrada al arte, a la búsqueda, y a la didáctica de tan noble quehacer.

EXPOSICION EN GALERIA STUDIO

Precisamente el próximo sábado, Ángel López-Obrero inaugura una exposición de su obra en la  Galería Studio 52, que ya ha despertado el normal interés entre aquellas personas que siguen su carrera artística.

E.O.


Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 14 de abril de 1976