lunes, 9 de junio de 2014

 Rafael Pineda se incorporó al mundo pictórico cordobés, que en esta etapa de la transición, tenia una especial relevancia. Su hiperrealismo era tal que un cuadro que colgó con billetes pintados en él, suscitó que más de un espectador al sentirse solo en la sala, hurgara con la uña tratando de arrancarlo...


PINEDA O EL RESCATE DE UN PINTOR CORDOBÉS

Con la exposición que actualmente se abre en la Galería Studio, puede decirse que ha sido rescatado un pintor del mundo comercial y tal vez prosaico de la decoración. Rafael Pineda, con dominio de dibujo, acierto de color e intención ambiciosa, ha colgado veinte obras —14 óleos y 6 gouaches— con el miedo de un debutante y la maestría que da el dominio de la técnica pictórica. 


Rafael Pineda pertenece a esa generación de pintores —y artistas— que en nuestra ciudad no han encontrado el calor preciso y dimanante de un ambiente cultural propicio y que, quizá menospreciando las propias cualidades, 5 se lanzaron al mundo pragmático que permite la convivencia familiar en su aspecto más físico y cotidiano.


La crítica no puede ser benevolente con Pineda. Y entiéndase la idea y no las palabras: por una parte es disculpable ceder a las necesidades vitales, pero, desde el punto de vista del arte, Pineda ha consumido una serie de años de creatividad, atrapado por el «kafkiano» enredo que los horarios de los hombres comerciales exigen.


UN CAMINO
Ha sido oportuna la «reentré» de Rafael Pineda en el mundo pictórico, y entre la diversidad de obras que trabaja, ha elegido las que de una manera más palpable dan la dimensión de su capacidad creadora y de su dominio técnico


Los 14 óleos, en una línea surrealista, conjugan de una manera directa y asequible la intencionalidad crítica del autor: a veces con retazos de hiperrealismo, a veces con montajes próximos al «collage» pero que consiguen una calidad que el arte actual debe perseguir, la llegada al gran público a través de un lenguaje simple y algo esquemático —cultura visual— pero también con resonancias llenas de matices que cada cual descubre a partir del umbral de su propia sensibilidad.


Da la impresión contemplando estas 14 obras que Pineda ha cogido el tren alucinante que trae consigo la prensa y ha elevado a la categoría plástica, denuncias o simples toques de atención que están en la mente de quien se sumerge en la actualidad de nuestra sociedad.
Los gouaches son otro Pineda que juega con el color dando como resultado unos cuadros muy agradables, con luz, profundidad, cromatismos y un algo etéreo que produce un cierto impacto emotivo en el espectador.


Exposición que conviene ver —las adquisiciones impedirán su repetición—, y sobre todo utilizar como palanca persuasiva ante la elección que Pineda va necesa¬riamente a tener que plantearse ante la acogida de su obra. Aunque sigamos sin perdonarle sus años de ausencia.—E.


Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 7 de marzo de 1975

Foto de cuadro sacada del catálogo