martes, 25 de septiembre de 2012

Uno de los pocos cordobeses finalistas del Nadal

En Córdoba siempre ha habido muchos poetas, pero narradores, novelistas ya es harina de otro costal. Me satisfizo enormemente conectar con Ripoll y hablar de narrativa, incluso le dejé mi primera novela para que le echara un vistazo. Después de esta entrevista publicó en Destino su novela El Dandy del lunar que fue finalista del Nadal en 1981

                         Juan Luis González-Ripoll

DOS LIBROS Y UNA NARRATIVA PROPIA

A Juan Luis González-Ripoll hay que ir a buscarlo a aquella selva de muebles de oficina por vender, y subir a una especie de atalaya donde el arte borra todo vestigio de la frialdad del mueble metálico. Cuadros, madera, color y un puñado de folios escritos, quizá recortados y pegados, nos dan algunas de las claves de un hombre que ha publicado en muy poco tiempo dos libros y que además no se le ha subido a la cabeza. «Los Hornilleros» y «Narraciones de caza mayor en Cazorla». dos obras que podemos encontrar en estos días en las librerías cordobesas.

—Juan Luis: ¿Qué es «Los Hornilleros»?
—Es una novela en la que cuento la vida de una familia campesina en las primeras décadas del siglo. Está contado en primera
persona y su trama es muy sencilla.

— ¿Autobiográfica?
—No, en absoluto. Es una obra de Acción, aunque me he servido de materiales que he encontrado en la vida real y también de
testimonios de personas que vivieron por entonces.

— ¿Tiene algo de novela social?
—No lo creo, es más bien existencial, la vida de la gente de la sierra. Para escribir un libro necesito llevarlo primero en
el corazón, después en la mente y por último en el papel. Eso me ha pasado con «Los Hornilleros».

ESCRIBIR ARTES ANA MENTE

— ¿Escribes con facilidad?
— ¡Qué va! «Los Hornilleros» ha sido escrito y vuelto a escribir por tres veces antes de pasarlo a máquina. Siempre podando y
desmochando hasta darle la forma definitiva. Además, cuando empiezo un libro lo llevo cogido de los pelos, no sé a dónde va a
ir a parar; va madurando por sí mismo.

— ¿Con regularidad?
—No. Escribo cuando puedo, casi cuando no tengo más remedio, porque para mí es un trabajo muy ingrato y enojoso. Lo hago a
mano y a lápiz, a veces, muy pocas, monto seis u ocho folios al galope, pero después corrijo a fondo. Cada palabra está revisada, pesada y pensada.

—Cabría preguntarte si te cuesta tanto, por qué lo haces.
—No sé, quizá para librar del olvido cosas que aprecio mucho, o para prolongar la vida de lo efímero. Quizá por gratitud y
cariño hacia personas sencillas que son mis amigos de la sierra. Quizá también por nostalgia, por vanidad, por sentirme útil. O a lo mejor por todo eso junto.

—Tus dos obras de sierra, ¿por qué?
—La ambientación de mis libros incide sobre algo que conozco bien: la vida de la gente campesina. Creo que si me pusieran a
escribir un libro de ambiente urbano no acertaría. Me parece que no sabría mover unos personajes por una ciudad.

NI NARRATIVA ANDALUZA NI CORDOBESA

—¿Crees en la narrativa andaluza?
—Quizá sería más exacto hablar de narrativa sevillana. Creo que los escritores sevillanos Barrios, Grosso, Requena y alguno
más son muy buenos, pero encuentro su narrativa demasiado desgarrada, un poco convencional, como si tuviese las raíces un poco fuera de la tierra. Con todo, es lo más serio que se ha hecho en Andalucía en estos años.

— ¿Hay narrativa en Córdoba?
—En Córdoba hay muy buenos poetas y excelentes pintores. Pero creo que en narrativa andamos algo flojos. Algunos como Cuevas
o Jiménez Martos han hecho algo muy estimable, pero en realidad lo suyo es la poesía.

—¿Quizás dificultades de publicación?
—Creo que aquí se publica mucho sobre Córdoba: todos los años salen varios libros y se reeditan otros antiguos. Pero nada
tienen que ver con la narrativa. Son libros caros, bien encuadernados e ilustrados, y la gente los compra para regalarlos. La maldición de los libros caros es que no se leen. Se compran y se hojean simplemente.

-¿Has concursado alguna vez?
-No, nunca. No veo la menor posibilidad de sacar nada en limpio

LA EPOPEYA DE ESCRIBIR HOY LITERATURA

-A propósito ¿es rentable escribir hoy, ahora?
-Hombre, por Dios, no. Hay que procurar tener un medio de vida independiente de la literatura. Figúrate que mis derechos de autor por mis  "Narraciones de Cazorla", con una tirada de ocho mil ejemplares anduvo rondando las 30.000 pesetas, y eso que la editorial se portó muy bien. «Los Hornilleros» se están vendiendo con mucha dificultad y encima la gente te pide alegremente que le regales los libros. A algunos no hay forma de hacerlos pasar por ventanilla.

—¿Qué escribes en la actualidad?
—Llevo algo entre manos, pero no acaba de gustarme. No doy con el tono de la narración y el relato se tambalea y no se tiene
en pie. Lo cual quiere decir más o menos que no tengo y que tendré que empezar de nuevo.

— ¿Tan exigente eres?
—Los escritores, como los cantantes, tenemos un tono de voz y sólo nos expresamos bien en él. A veces uno parece un abejorro
dando trompazos contra un cristal.

— ¿Tienes otros escritos sin publicar?
—Sí, tengo dos inéditos, y, por supuesto, malos e impublicables. Hace años que los escribí y amarillea su papel.


— ¿Tanto tiempo?
—Sí, cuando tenía 20 años rematé mi primera novela, una especie de Arcadia exótica para la que afortunada mente no encontré
editor. Cuando se tienen 20 años, la primavera dura doce meses y uno se lanza a hacer cosas alegremente, convencido de que lo que se hace es bueno. Pero sólo aciertan los tipos verdaderamente geniales; los demás nos quedamos en la cuneta.

Sorprende en este maremágnum de geniecillos que la sociedad actual nos aporta en el campo de las artes encontrar un autor que hace continuos llamamientos a su mediocridad cuando lo cierto es que la narrativa de Ripoll es una delicia de leer. Su sencillez, coherencia, profundidad; su vocabulario reducido y estilo nada farragoso ni rebuscado nos habla de una actitud ante la vida alejada de la pose que en esta entrevista pudiera adivinarse. Juan Luis González Ripoll le da vueltas y revueltas a una frase —ahí está el testimonio de sus originales mil veces remendados— hasta escribirlas de la forma mássencilla eliminando adjetivos y procurando decir con las menos palabras posibles. El resultado es ese, sobre todo en esos «Hornilleros» que no pueden leerse de un tirón porque a uno le gusta recrearse en la sencillez, paladear una narrativa suave y fluida, relajante y sobre todo muy sugestiva. Como la literatura misma

E

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 7 de abril de 1977