martes, 10 de julio de 2012

Primer cambio de concejales

Mirando la fecha se puede ver cómo estaba la cosa municipal en aquellos primeros balbuceos de la transición.  No deja de ser una información cuanto menos curiosa

¿SE ACERCA EL CAMBIO DE CONCEJALES?
• Lista: los que se van y los que se quedan

Los nuevos ediles parece van encontrarse con la ciudad en mejor forma. Precisamente en estos días se le dan los últimos toques a la tan criticada fuente de las Tendillias, que de muevo volverá a lucir chorros y colorines.

 
La cuestión de si habrá renovación o no de capitulares en el próximo mes de noviembre está sobre el tapete de los rumores. Se apunta la posibilidad de un retraso, que implicaría lógicamente una prórroga de los ocupantes actuales de los sillones de la gran sala del Municipio.


UNA INCOGNITA AZUL

De todas formas lo legal es lo legal, y ahí que en nuestra agenda anotemos los nombres de los que se quedan y de los que se van. De los que se comerán el turrón navideño en el sillón de su casa y de los que lo harán en el sillón de edil.
Con elecciones en noviembre y cese en febrero de 1977 se van por cumplir el periodo reglamentario y por el tercio de entidades don José Pérez Recio, don Luis Felipe Medina Cruz y don Miguel Salcedo Hierro. Por el tercio sindical —desaparecido en las nuevas elecciones—, don Manuel Madrid del Cacho, don Antonio Ruiz, Arenado y don Rafael González Barbero, y por los familiares, don Juan Montiel Salinas, doña Josefa Aparicio y don Pablo Cuadrado Capilla. Todo esto salvo error u omisión.

Por tanto, quedan los siguientes capitulares: Por el tercio de entidades, don Juan Martos Reyes, don Arturo Gómez Cima, don Antonio Ortega Raya y don Juan Carrillo Pastrana. Sindicales, don Ramón Lozano y García de Vinuesa, don Antonio Campos Medina, don Pedro Jiménez Barba y don José Bellido Romero. Finalmente, por el tercio familiar quedan don Ramón Baena Salas, don Juan Millán Alvarez, dón Manuel Alcántara Eslava y don Gregorio Herrero Sánchez de Puerta (dimi¬ido).
La intensa labor publicitaria que en estos días se observa en la información oficial acerca de las relaciones municipales, hace pensar que las renovaciones van a ser cuanto menos reñidas. Se agolpan columnas enteras que hablan de «realizaciones pendientes» o de «proyectos inmediatos». Se reseñan como nunca los contactos más o menos eficaces con la «oposición ciudadana», y todo hace pensar que incluso celebrándose la renovación del cincuenta por ciento de capitulares, el sillón número uno seguirá imperturbable. Y no olvidemos que caso de renovación ésta sería, nueva ley en la mano, por un periodo de seis años; demasiado tiempo quizá, sobre todo si se enlaza con otros periodos cuya eficacia está por demostrar, aún a pesar de los esfuerzos últimos cerca de la coronación del mandato. Los «no» dichos casi en solitario en las Cortes pueden ser decisivos a la hora tanto de un apoyo popular como del visto bueno gubernamental.
 
¿ENTRARAN LOS PRESIDENTES?


Los que ganan puntos por días son los presidentes de las barriadas, que por lo menos han sido menos dedocráticámente elegidos. Alguno que otro cuenta en su haber intentos pasados de conseguir un lugar, detrás de la baranda del público, en la sala capitular. Su no salida siempre se atribuyó al pucherazo de turno. Ahora, si las garantías de eleccio¬nes neutrales se cumplen, pienso que nadie les puede quitar el deseado sillón. La voz de los problemas de su barriada se oirían quizá con más fuerzá que ahora en los plenos mensuales y quizás incluso asistiríamos a una división de taifas de la ciudad calífal. Es decir, en una defensa a ultranza de los problemas de «mi» barriada frente a problemas de índole general. Pero de todas formas ahí está el proceso democrático dispuesto a hincarle el diente a lo municipal, y el voto personal y secreto de cada ciudadano deseoso de elegir quien defienda su calle, su limpieza, su aparcamiento, su calidad de vida. Noviembre, a treinta y tantos días fecha.
E. O.
(Foto Rodri.)

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 21 de septiembre de 1976
Foto Rodri (Ladis)

lunes, 9 de julio de 2012

La casa de paso

Sebastián Cuevas, antes de ser corresponsal de El País, comenzó trabajando en la delegación cordobesa de El Correo de Andalucía. Dejó piezas como ésta:

La casa de paso

Los condicionamientos que el urbanismo cordobés, con su peculiar característica de callejas tortuosas, plazuelas perdidas, rincones sin salida, imponía al tránsito ciudadano en el casco viejo de la ciudad, hizo nacer una especie de atajo o vericueto del que nació la típica "casa de paso». Aun  existiendo otras, como por ejemplo la que unía la calle Ravé con el Campo de San Antón, la más característica de todas y a la que se aludía con la expresión simple de "casa de paso" era y creo que es todavía, aún cuando totalmente reestructurada, la que unía la plaza de la Lagunilla con la calle Chaparro, cerca de la calle del Adarve. Diagonal de una manzana extensa, este dédalo, con su complejísimo mundo legal de servidumbres de paso público, calle, corral, pasillo o lo que Dios quiera que sea, está vinculada profundamente al barrio de Santa Marina.

Hablando ayer con un viejo maestro albañil. de los de antes del encofrao y el hormigón, uno de esos artistas capaz de alicatar de blanco y sin mancharse, como un cirujano. de hacer una casa sin planos con la misma seguridad con que te pueden hablar de Lagartijo o jugar al rentoy, me recordaba:

—Aquello lo tenía-gastao Monolete de pasar por allí.

Y es verdad, viviendo él en la Lagunilla, por el rincón frente a su casa, cruzaba hasta el Campo de la Merced por los vericuetos de la famosa casa, camino de su tertulia de Paco Acedo.

El maestro Ramón Medina. cuya figura habrá que tratar un día de éstos en estas páginas, en un bellísimo villancico, nos cantaba la fiesta navideña, comunal y cálida de la córvala:
—Esta noche la Casa de Paso va a tener que ver... —decía una de sus estrofas.
Los viejos del lugar, los que allí se han criado el -Caratulilla, Gutiérrez, -el Moli-, hermano, precisamente, del primer apoderado que tuvo Manolete, recordarán todavía las famosas murgas del carnaval con sus pitos de caña y papel de fumar, que salían de la casa dispuestos a conquistar el "Realejo".

Cabía a los habitantes de la "casa" un espectáculo característico y era el tal el del timo de la "casa de paso". Cuando algún avispado veía por los aledaños de la Estación Central, los Jardines de la Agricultura o la Plaza de la Corredera al cateto o cateta que venía con su cántara de aceite o su talega de garbanzos, para el estraperlo pequeño y necesario de los años del hambre, se acercaba a él y rápidamente se realizaba el trato: ¿Cuánto quieres por el ánfora o el costal? ¡Pues yo te doy tanto! ¡De acuerdo! Y hecho el -trato, ¡Vamos a mi casa, que vivo ahí cerca y no llevo dinero encima! Y llegando a la calle El Chaparro, a la puerta de su casa, ¡Espera un momento, que ya salgo! Y el pobre incauto venga a esperar, a esperar, hasta que un poco mosca, pregunta a cualquiera:

-Oiga, señora, ¿usté no ha visto un señor con un saco de garbanzos?

Y después el rechiflo.

-¡Otro que ha  picao!

Y el listo por el Marrubial o la Fuensantilla, pensando en la cosecha y bendiciendo a los "arquitectos" que le habían fabricado la "Casa de Paso",
Y los vecinos, toreros; piconeros, plateros, curtidores de pieles, albañiles, ante el suceso diario, comentando:

-¿Pero cuándo se van a acabar los catetos en el mundo? ¡Mía que no conocer la casa de paso!

Hace tiempo que no la visito. quién sabe si alguno de los viejos amigos, aquellos que sabían beberse una copa de vino con la prosopopeya y el rito que el veinticuatro merece, aquellos que sabían de toros más que el Guerra, aquellos que aprendieron el duende del flamenco de los Onofre, aquellos que se quitaban la gorra al paso de Ramón Medina -¡vaya usté con Dió, maestro!-, elevándolo a la categoría conferida a los toreros y a los buenos albañiles y plateros, quién sabe dónde vivirán, si viven!
SEBASTIAN

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 12 de septiermbre de 1975