sábado, 4 de febrero de 2012

No era fácil conseguir que los grandes personajes de la vida local se avinieran a publicar en la prensa progre. Esta es una rara excepción y un curioso tema por los datos que aporta

Los jardines de Córdoba

 
Cuando la marquesa de Casa Valdés ha publicado el año pasado su magnífica obra titulada «Los jardines de España», con erudito texto y espléndida ilustración gráfica, ha sentado la afirmación de que el venerable abuelo de todos los jardines españoles es el hallado en Medina Azahara, la ciudad de los Califas, a la distancia de una legua de la capital cordobesa.

En la gran terraza central de la medina califal, la llamada «satih alkibla», recorrida por tarjetas pintadas en rojo, y presidida por un elegantísimo pabellón, rodeado de «los paríales» o pórticos de arquerías sostenidas por columnas de mármol, este pabellón central, llamado Dar alrujam o Casa de Mármol, era el paso obligado de los visitantes de nota, que habían de descansar en sus naves decoradas a estilo califal, en tanto que un complicado mecanismo bizantino les permitía llegar a la presencia del Emir almumenin o jefe de los musulmanes.


Toda la gran terraza plantada de jardines estaba cruzada por un hermoso «rasif» de sillares, que permitían al paseante admirar los primores florales cultivados bajo setos de arrayán, la «murta al-raihán» o mirto de olor, con cuya estructura se creaba el modelo de jardín andaluz que había de pasar a la posteridad como prototipo de nuestros vergeles meridionales, ya fuere en los territorios del reino granadino, todavía ocupados por los islamitas o bien en los alcázares mudéjares de Sevilla y Córdoba, ya conquistados por la cristiandad.


Nada más lejos de nuestro clasicismo jardinero que las platabandas de césped, con el típico «gazón» de los jardines centroeuropeos, muy bello a la vista, como sábana de verdor, pero que necesita intensos cuidados, riego diario por aspersión y respeto público, factores difíciles de conseguir en nuestro medio, como atinadamente denuncia en la prensa local la distinguida dama cordobesa doña Rosa de Cisneros.


El efecto visual de verdor se consigue en el jardín hispano-árabe, con los setos o perfiles de arrayán mirto, que ocultan el pardo terroso de los cuadros, más propicios al arbusto o planta baja de rosales, geranios y aún flores de semilla, y regados de pie con el chorro de agua que corre por los almatriches.


Señala la dama que citamos el deplorable efecto que causan en un jardín esos pedruscos o grandes trozos de roca que ahora es costumbre colocar en los cuadros, y desata sus tonos elegiacos cuando habla de las podas duras y casi exterminadoras a que son sometidos los árboles de paseos y lugares públicos, verdaderamente indignantes para un espíritu culto y enterado.


Otra fina dama cordobesa, que ha regresado de Washington, donde ha visitado un hijo diplomático, hablando de la irracional e inútil poda a que son sometidos nuestros árboles de sombra, describía la capital federal de los Estados Unidos, diciéndonos que así como en casi todas las ciudades del mundo culto hay árboles entre las casas, en aquélla hay casas entre los árboles, porque allí, nos confirmaba con acentos de esperanza, los árboles de sombra no se podan nunca.


Alguna vez, como sucedió en Sevilla en la Exposición de 1929, al confiar al gran jardinero francés Porestier la reforma del bellísimo Parque de María Luisa, que acababa de reformar los jardines públicos de Marruecos, bajo la égida del protectorado, una mano sabia cuida el arbolado, y renace la hermosa tradición jardinera hispanoárabe.


Estos temas serán tratados expresamente el año venidero en la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, en un simposio sobre jardinería hispano-árabe que allí se organiza, y al que suponemos acudirán nuestros expertos en las artes de cuidar árboles y flores, que constituyen una delicada especialidad facultativa, no sacada todavía en nuestro país de rústicos conceptos. Evocamos con ello las escuelas de jardinería, tan abundantes en muchos países, de la que tuvimos en Córdoba un fugitivo intento hace unos años, prontamente extinguido en e' vendaval edilicio de ideas y proyectos


RAFAEL CASTEJÓN

Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía el 25 de abril de 1974